sábado, 28 de abril de 2012

CARTAS PASTORALES. AUTOR Y ÉPOCA.

La autenticidad paulina de estas cartas es muy discutida. Las dificultades que militan contra su atribución a Pablo son de peso y se basan en argumentos muy diversos.

En primer lugar, la cuestión histórica. Dejando aparte 2 Tim, que se da por testamento literario de Pablo, ya cerca de la muerte, ni 1 Tim ni Tit corresponden a la época de Pablo narrada en los Hechos de los Apóstoles. Respecto a 1 Tim, cuando Pablo dejó Éfeso después de tres años de estancia fue a Macedonia, pero Timoteo no se quedó en Éfeso, pues Pablo lo había mandado por delante a Macedonia (Hch 19,21-20,1); luego fue a Jerusalén, pasando por Corinto, pero no tocó en Éfeso (Hch 20, 16-17) y, además, Timoteo lo acompañó a Jerusalén (Hch 20,4).

Respecto a Tito no hay noticia de que Pablo estuviese en Creta, sino en su viaje a Roma ya como preso (Hch 27,7), y no consta que los acompañase Tito. En todo caso, el invierno siguiente estaba en Malta, no en NIcópolis (Hch 28,1).

La situación que describen las dos cartas habrá de referirse, por tanto, al período que siguió a la cautividad de Pablo en Roma, es decir, después de la época narrada en los Hechos.

Pero aquí la dificultad se acentúa, 2 Tim, como hemos visto, supone que Pablo estuvo en Oriente de nuevo después de su primera cautividad en Roma.

Sin embargo, el proyecto de Pablo no era volver a Oriente desde Roma, sino seguir hasta España (Rom 15,24.28) y, si el testimonio de Clemente Romano es atendible, eso fue lo que hizo (1 Cle 5,7). El autor de los Hechos, por otra parte, supone que después de su viaje a Roma Pablo no volvió a Oriente (Hch 20,25.38).

Muy fuertes son también los argumentos desde el punto de vista del lenguaje. Modos de expresión característicos de Pablo, particularmente el uso de las partículas, tanto más significativo cuanto menos consciente, están ausentes en las pastorales. Aparecen nueva fraseología, expresiones paulinas usadas en sentido diferente, etc.

Los presbíteros o responsables son desconocidos en las otras cartas de Pablo, así como la institución de las viudas.

Hay trozos en las pastorales que tienen sabor paulino e ideas teológicas que coinciden con las de Pablo (1 Tim 1,15-16; 2 Tim 1,9-10; Tit 3,5), pero hay otros extraños para el que está acostumbrado a la fraseología del apóstol (1 Tim 2,5; 6,15-16; 2 Tim 1,10; Tit 2,10.13; 3,4.6).

No faltan autores, sin embargo, que defienden la autenticidad paulina, pensando en la vejez de Pablo y en la ayuda de un amanuense. Estas hipótesis parecen insuficientes para explicar el estilo de las pastorales, sobre todo si se considera el horizonte estrecho y defensivo que estas cartas presentan. Más probable es que reflejen la situación de algunas comunidades de finales del siglo I, angustiadas por propagandas insidiosas, que intentaban defenderse cerrando filas y proveyéndose de una detallada organización, inspirada en modelos judíos.

Por otra parte, abogan por la autenticidad ciertos pasajes que difícilmente pueden dejar de atribuirse a la pluma de Pablo, sobre todo en detalles personales al fin de 2 Tim (4,9-21). Algunos suponen, sin embargo, que pertenecen a algún billete enviado por Pablo a Timoteo en alguna ocasión anterior. Sería una opinión intermedia, como la que se propone también para Colosenses: un discípulo de Pablo quiere adaptar a las nuevas circunstancias la enseñanza del apóstol, interpretada según su propia óptica e incluyendo algunos trozos de escritos ocasionales de Pablo.

Las Cartas Pastorales son documentos de gran valor para la historia del cristianismo primitivo. Muestras que algunas iglesias tuvieron que dedicarse a la formación de los fieles y a robustecer la estructura interna, buscando estabilidad en medio de las circunstancias caóticas. De ahí que no se menciona la libertad cristiana ni la actividad del Espíritu en los miembros de la comunidad, realidades tan presentes en la pluma de Pablo. Se insiste en el orden, en la piedad y en la integridad de vida. Como otros escritos del NT (Hebreos, Santiago), las pastorales no pueden tomarse por base de la teología; son escritos complementarios que ilustran un aspecto determinado; aquí las medidas adoptadas por ciertas comunidades ante el peligro de desintegración. Lo necesario en una circunstancia, sin embargo, las soluciones de momento, no son modelo permanente. La Iglesia, según la voluntad de Jesús, no es un círculo cerrado, dedicado a la eficación propia, sino una misión dirigida al mundo entero (Mt 28,19; Mc 16,15; Hch 1,8).

Las Cartas no siguen un plan que permita una división orgánica.

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